jueves, mayo 29, 2008

la de los jueves 29 mayo 2008

Lectoras y lectores, bienvenidos una vez más a este espacio virtual aún no censurado por la mano “juerte” de Beto “El Bailador”. Hoy me propongo exponer acerca de algo que parece ser inherente al ser humano: la incongruencia. Después de años de teoría y práctica en estas artes de lo absurdo y el desatino, llego a la conclusión de que todos, en alguna ocasión o circunstancia, hemos sido incongruentes, ya sea por necedad o por ingenuidad, pero la insensatez llega como un gas venenoso, que no huele, que no sabe, que no se ve, pero más temprano que tarde se apodera de nosotros como una cosa pegajosa y horrible y nos hace hacer un disparate (o varios). Pero antes de entrar en detalles habrá que preguntarnos ¿Y que jijos de Mouriño es incongruencia? De acuerdo al diccionario despastado que todavía da servicio a su amo como siempre lo ha hecho desde su infancia, “Incongruencia” es:

1. f. Falta de acuerdo, relación o correspondencia de una cosa con otra.
2. Hecho o dicho ilógico, contradictorio.

Ahora que ya conocemos el significado de la palabra derivada del latín, qué les parece si les cuento lo que al paso del tiempo he observado, paciente y rumiante, mientras los prójimos hacen y deshacen en su diario trajín de sube y baja. Sean ustedes los jueces de lo que a continuación se presenta, a ver si hallan algo contradictorio. Si les parece, empezaré por un ejemplo local, reciente y simple.

La semana pasada el Doctor Loth Tipa Motha, regidor de nuestro municipio (sí, encargado de algo así como de cosas de salud… ¿Alguien dijo salud? ¡Sí, salud! …al parecer es algo que le atañe) dijo que hay que terminar con los funcionarios “chapulines”. ¡Wow! Al principio pensé que se refería algunos seres mutantes que, al no rasurarse por las mañanas, luego andan durante el día “sonando” cada vez que raspan sus pelusas en flor (gracias Silvio) contra cualquier cosa, y también me imaginé que podrían ser aquellos seres “acinturaditos” cuyo abdomen liso y tabloide recuerdan a un espárrago, sólo que “con patas” y “mano larga”, pero también pensé en un principio que podían ser de esos que te encuentras en cualquier oficina de gobierno con el semblante semi-verde derivado de una dieta a base de bebidas azucaradas y una que otra fritanga para alivianar el aliento. Pero nada, resulta que doc Tipa se refería a aquellos que se aprovechan al tener un cargo público para brincar a otro, y luego a otro, y otro, y así, per saecula saeculorum, viviendo una existencia mamadora de la ubre presupuestal. Pues bueno, este regidor, aspirante a diputado local, pretende una iniciativa de ley para terminar con los “chapulines”. Primero yo, después yo y después… nadie. ¿Incongruencia?

Pasemos a otras latitudes, si me lo permiten sus mercedes.

La mayoría de los funcionarios públicos (municipales, estatales y federales) viven como verdaderos patricios romanos alegando que vegetan, sí, pero para servir al pueblo. Sin embargo, no los vemos vivir como el pueblo, o entre el pueblo que dicen defender. ¿Cómo es posible que alguien pueda defender una realidad que no conoce? A ver, déjenme intentarlo: voy a defender a mi amigo el atún, pobrecito, si no le hace daño a nadie, se la pasa echando burbujas de amor por donde quiera (gracias Juan Luis), eso de que su carne es rica en proteínas no me consta, y no me gusta que lo saquen del agua porque “siento” que le da mucho frío… ¿lo ven? queda demostrado que no se puede defender aquello que no se conoce. Si estos tipos, los funcionarios públicos a los que me refiero, se gastan 100 dólares en una camisa cualquier día de la semana, ¿Cómo podemos esperar que comprendan lo que significa comprar la despensa para 4 personas (bajita la mano) cuando se ganan 47 pesos al día? (pinche salario mínimo, obra del diablo seguramente… no se me enoje señor alcalde de Saltillo, me refiero al maléfico, a satanás, al leviatán). La revolución sólo le ha hecho justicia a unos pocos, al resto nos sigue cargando el payaso.

Otro caso: veo hombres dentro de la Fe que predican amor a Dios Padre, y sin embargo abusan de mujeres y niños (es trágico sobre todo el caso de estos últimos), sin que nadie los toque, y se mueren entre flores perfumadas y todavía queridos, como lo ha sido el caso del padre Marcial Maciel, michoacano tristemente célebre, pues sus buenas obras se vieron ensombrecidas por sus faltas capitales. O está esa otra clase de falsos predicadores, que en nombre del Altísimo piden dinero para financiarse una vida llena de lujos, ándale, igualito que los “chapulines” de la política, pero con una perversión que más conmueve. Creo que mi Hermano, Maestro y Amigo, el buen Jesús, vivió en la pobreza y jamás pidió se erigieran palacios en su nombre. Ahora que lo pienso, el estuvo libre de contradicción. ¿Alguien me reta?

La mayoría de los mexicanos, y me atrevo a decir que de los seres humanos, manifestamos apoyar la honestidad y querer acabar con la corrupción. Sin embargo, en las primeras de cambio, buscamos la forma de sacar ventaja de cualquier cosa, y aquello de la moral y los valores los guardamos para mejor ocasión. Los ejemplos sobran. Cuando sea grande yo no voy a ser incongruente, pues la verdad se tiene poca oportunidad de ser incongruente cuando se es un borrachín escribidor; ya no hay hacia dónde caer cuando se ha tocado fondo, ¿no creen?

Es jueves (quinto día de la semana; cuarto en las nuevas culturas; jeudi en francés, giovedi en italiano, thursday en inglés, donnerstag en alemán, quinta-feira en portugués) y sabemos que cuando llega este día, su servidor estará en el club de siempre, a la misma hora, con los se animan a acompañarlo. Desde este incongruente Estado de Coahuila, soy Armando Castro, deseándoles un bonito fin de semana y una próxima semana mejor.

PD. Socorro y José Luis, el andar a veces es lento y los resultados nos parecen mínimos, pero se tienen el uno para el otro, para hablar, para llorar, reír, para sentir un abrazo o simplemente para compartir el silencio. Una mirada de cariño es más poderosa que todas las frases de consuelo juntas. Ustedes pueden, ¡Ánimo!

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