jueves, agosto 14, 2014

El Hombre de la Sonrisa

Basado en una leyenda urbana...

Eran mis tiempos de “estudihambre” y vivía en una casa en la calle arquitectos de la colonia tecnológico en la ciudad de Monterrey, a escasas 2 cuadras del famoso “ITESM” y a solo unos pasos de lo que alguna vez alguien quiso fuera un hermoso jardín central; y que solo era un campo polvoso con un par de arbustos dispersos, y estructuras que fueron juegos infantiles. Mis medios de transporte en aquel entonces, se limitaban a los camiones, el clásico aventón de un amigo o el carro de mi novia (cuando me lo soltaba).

Lo que les cuento sucedió en la madrugada de un 21 de noviembre de 1986, que por casualidad cayó en jueves; y como todos los jueves, me encontraba en la clásica reunión semanal con los amigos de siempre y que esta vez, como yo, habíamos tomado la decisión “celebrar” el aniversario de la revolución en Monterrey y no aprovechar el “puente” para ir a casa el largo fin de semana.

El caso es que en la madrugada del 21 de noviembre y hartos de alcohol, mis buenos amigos José Luis y Arturo (este ultimo dueño del carro en que viajábamos); decidimos regresar a nuestros respectivos departamentos. A mi me dejaron en avenida del estado cruce con filósofos, de ahí podía caminar por la calle de químicos, luego dar vuelta a la izquierda en agrónomos y llegar a mi casa en la calle de arquitectos; sin embargo no hice eso.
Tras que me dejaran en la esquina mencionada, decidí cortar camino en diagonal por el terreno casi abandonado, no había avanzado mucho cuando note que en la esquina de químicos y agrónomos, sobre los restos de unos tubos de concreto que alguna vez hicieron las funciones de juegos para niños; había una silueta de lo que parecía ser un hombre con la cabeza echada un poco hacia atrás, vestido de traje y cruzado de piernas sobre uno de los tubos. No le di mucha importancia y seguí mi camino, no había caminado un par de pasos cuando de reojo vi que aquel hombre se puso de pie, fue cuando no perdí vista de lo que hacia. Conforme yo me adentraba en el parque, aquel que anteriormente estaba sentado en el tubo hacia como si bailara “vals” y al terminar cada ciclo avanzaba hacia mi, levantando pequeñas nubes de polvo en su disparatado baile; esa noche había media luna y con la escasa iluminación del alumbrado publico pude ver su cara.

Y lo que vi, me dejo congelado por unos segundos. El tipo tenia el cabello peinado hacia atrás y no se le movía un pelo; su traje parecía de los 20’S. Pero lo mas tétrico era que su cabeza seguía tirada hacia atrás, sus ojos no parpadeaban y estaban completamente abiertos; y esa sonrisa iba, simulada, casi dolorosa; tétrica.

Por un momento pensé que era otro borracho mas en una madrugada de fiesta nacional, buscando jugar una broma; por lo que en lugar de seguir mi atajo, opte por regresar a la calle de filósofos hacia el callejón del cólera (la calle de bachilleres), por lo que perdí de vista al tipo por segundos. Cuando vi de nuevo al frente ahí estaba, en medio de la calle con esa sonrisa macabra, ojos desorbitados y la cabeza viendo al cielo. En ese momento el miedo se apodero de mi, quería moverme y mi cuerpo no respondía; quería gritar y ningún sonido salía de mi garganta.
Y entonces sucedió algo que provoco casi me orinara, sin dejar de mirar al cielo, o cambiar su expresión, el tipo comenzó a avanzar en “zig-zag” hacia mi caminando de “puntitas” (como en las caricaturas)pero de manera rapidísima; asustado e inmóvil, me sorprendí al escuchar mi voz gritando : ¿Qué “jijos” de la chingada quieres?
La macabra figura se detuvo y reinicio su vals pero en la calle de bachilleres, rumbo al “Tec”, por segundos como se perdía calle abajo y aliviado comencé a cruzar de nuevo el parque, ahora en línea recta hacia la calle de mi casa; posiblemente iba a la mitad, cuando escuche unos pasos que se acercaban a gran velocidad tras de mi. Gire la cabeza y efectivamente, el tipo corría a toda velocidad en mi dirección y con la misma expresión en la cara.

Corrí y no me detuve hasta estar detrás de la puerta de mi casa y haberla asegurado con los cerrojos instalados.

Estaba en casa, estaba seguro; me llevo unas horas calmarme y por fin poder llegar a la cama a descansar. Apague la luz y cuando puede acomodarme para dormir, una voz al oído me susurro: Olvidaste la puerta del patio……