la de los jueves 26 octubre 2006

Dios es un buenazo aunque en lo personal opino que tiene un sentido del humor muy especial y algo complicado de entender, veras, alguna vez en mi juventud (hay quienes se saben la historia y hay quienes como tu, aun no) le pedí a Dios con toda mi alma que me rodeara de mujeres; pero no fui especifico en mi deseo, simplemente pedí que me rodeara de mujeres, ¿Y que me concedió? Nada menos que tres mujeres compartiendo la vida conmigo, se me olvido aclararle que mi deseo era verme como el señor ese, el “güey” de “playboy” (que supongo es tan superficial como yo) y no con tres bellas mujeres que son mi esposa y mis dos hijas. Pero en fin ese es Dios y lo respeto, aunque poca gracia me haga su sentido del humor; después de todo sus regalos han sido los mas preciados de todos. Y muy pocas veces nos detenemos realmente a pensar de lo afortunados que somos al tener una familia y con familia me refiero a una pareja e hijos (aparte de la familia que por accidente natural tenemos); en mi mente aun esta fresco el día que me case (¿Acaso hubiera sido mejor que la princesa del cuento me dijera no, como en el que circula en esa cosa llamada Internet?), siempre conservare en mi memoria el sublime momento en que vi nacer a mis dos hermosas niñas (hoy aunque me duela aceptarlo, dos hermosas mujercitas, que siempre serán niñas ante mis ojos) y tampoco olvidare los “cariñosos” recuerdos que profería mi mujer a la mamá de mi amigo, un anestesiólogo muy pero muy conocido, cuando este le aplicaba la temible raquea. (preferí salirme del cuarto, no quería conservar el recuerdo de mi esposa convertida en la niña de “Rose Mary”). Y cuando los ves nacer las lagrimas simplemente afloran y te sientes la persona mas afortunada de la tierra, y el mundo es tan pequeño y a la vez tan grande como esa personita que llora y esta cubierta de grasa y liquido; detalle sin importancia pues solo quieres abrazarla y decirle lo mucho que la esperabas y lo mucho que la amas.
Después llegan los lloridos (a veces casi alaridos) y las “deliciosas fragancias” del pañal recién usado (que demonios le puso Dios a la leche materna, lo bebes “zurran” mas de lo que brincan); pero igual de rápido ese tiempo pasa y ya los ves reír y correr, y disfrutas de sus ocurrencias y detalles. ¡Que hermoso regalo nos da Dios! ¡Que hermoso poder ser artífice del milagro de la vida!, pero sobre todo ¡Que valientes y que maravillosas son las mujeres, para soportar el dolor de parto y aun tener fuerza para reír derramando lagrimas de alegría al ver por fin a esa personita que por 9 meses llevaron en su vientre!
Inevitable es que crezcan y al crecer que desarrollen su personalidad, que dolor causa el ver que cometan errores aunque sepamos que es tan solo un acto en la obra de este teatro llamado “SU VIDA”. Como duele el alma verlos madurar y paso a paso buscar su independencia, duele pasar de ser el superhéroe a el viejo remolón, del guía, al ignorante y obsoleto; del sabio al tonto del pueblo.
Pero el tiempo pasa y lo que siembras da frutos (por eso debes de tener mucho cuidado que semilla tiras en tierra fértil), después tu sangre regresa en forma de amigo, ya sin clasificación y sin grado de autoridad (así de iguales como tu y yo con dos “heladas” en frente). Después ante ti hay una amiga o amigo, el mas fiel de todos (si así lo forjaste siendo solo un pequeño bloque de acero) y lo mas satisfactorio, te regalan de nuevo vida; ante ti hay de nuevo unas personitas a las que llamas nietos. Lo triste es que se me hace que Dios, siguiendo en su extraño sentido del humor, no me dejara ver si mi trabajo como padre dio el fruto que esperaba. No se si mis nietas y nietos, serán buenas madres y padres; si los pudiera ver sabría que mi trabajo estuvo bien hecho, ¿Y sabes muchacho? Si pudiera ver eso partiría tranquilo y con el corazón henchido de orgullo.
En ese momento Zandalio Cruz alzo su mano e hizo la clásica señal de “tráeme la cuenta” y tras liquidarla por completo, solo me dio una palmada en el hombro y salió del bar. Por mi parte termine mi copa de Merlot y aborde mi “mueble” para ir a casa, al llegar fui al cuarto de mis preadolescentes hijas y deposite un beso en sus frentes con el temor de despertarlas; y soñé, solo soñé en esa tarde de verano en que entre emoción y risas corrían frente a sus padres por la calzada que lleva al castillo de la “bella durmiente” en “disneylandia”. Y aunque son casi unas señoritas, en mi mente siempre serán esas niñas emocionadas por estar en la “tierra donde los sueños se hacen realidad”.
Tras la platica de Zandalio pienso que me perdí de muchas cosas por enfocarme de mas en otras; pero de una cosa estoy seguro, estoy seguro de que mis hijas siguen creciendo y que decirles “te quiero” a diario y platicar con ellas, es un detalle que eh pasado por alto algunas veces. Siempre hay tiempo para recapacitar, ¿O no?


Que tengan ustedes buen día y mejores noches