jueves, mayo 17, 2007

la de los jueves 17 mayo 2007

Disculpen ustedes el que no haya escrito el pasado jueves “la de los jueves”. Les confieso que por muy poco esta semana tampoco lo hago. La razón es que, a pesar de las múltiples cosas que suceden alrededor, aprecio que poco o nada es nuevo. Así que escribiré sólo de lo que he escuchado últimamente ya que tengo fácil quince días que no pongo mi atención en medio de información alguno. Y no es para menos, la verdad es que asusta la cantidad de malas noticias que nos llegan a través de dichos medios, por lo que, como un reflejo de supervivencia, los he dejado a un lado por un tiempo como un acto de defensa propia.

Así que para que no fuera “pan con lo mismo”, con muchas ideas y muy poca inspiración, me lancé al ataque del teclado y decidí escribir una carta al diputado Ángel Humberto García Reyes, misma que haré pública una vez que ésta haya sido entregada y obtenga el acuse de recibo de su parte, lo cual, por desgracia, en nuestro país puede tomar de dos días hasta dos años, y en el ínter no se tiene derecho a réplica pues calladito se espera uno más bonito. Espero que en esta ocasión sea cuestión de unos cuantos días para estar seguro de que el diputado de mayoría relativa distrito número uno con cabecera en Piedras Negras, Coahuila, con curul en la Cámara de Diputados número B-037 y miembro de las comisiones de Salud y Seguridad Social del H. Congreso de la Unión, me confirme que ha recibido mi intempestiva y digestiva redacción. El tema de la carta dirigida a tan ilustre personaje versa sobre un bicho en apariencia inofensivo, de aspecto soso e insustancial, pero que provoca en mí (y estoy seguro que en más de uno de ustedes también) un escozor nocivo y que lleva por ignominioso nombre “tenencia”.

Verán, tengo mucho tiempo criticando el pago obligatorio de la tenencia. Siempre he dicho que en todo caso debiera ser un pago voluntario para todos aquellos que quieran seguir cooperando para cubrir los gastos generados por la organización de las olimpiadas de hace algunos años, ¿qué son cuarenta años en la larga historia de los gravámenes humanos? Pero creo que no funcionaría la mecánica “el que lo quiera pagar, que pague, y el que no, pues no”, pues mucho me temo que desde doña Fede hasta los Estados y Municipios (que se quedan alrededor de un 20% del dichoso impuesto) echarían de menos un jugoso elemento del presupuesto al que ya se han “acostumbrado”. Claro, como no hay quien ponga orden fiscal en este país de evasores grandes y chiquitos, pero evasores por convicción al parejo, no se puede tan fácil abrogar el mentadísimo impuesto. ¿Qué porqué somos un país de evasores convencidos de que hacemos lo correcto? Revisemos: el gobierno mexicano tuvo la “imperiosa necesidad” de contar con una mayor cantidad de recursos para poder construir, equipar y preparar todas las instalaciones necesarias para llevar a cabo los juegos. Se dijo que para México era una oportunidad única para que la comunidad internacional volteara sus ojos hacia nosotros y dar a conocer la cultura de nuestro país. Con ese motivo se aprobó el 28 de diciembre de 1962 el decreto por el cual se promulgó la Ley del Impuesto sobre la Tenencia o Uso de Automóviles, para poder cobrar un impuesto a todo aquel ciudadano que fuera propietario de un vehículo. El nuevo impuesto tendría una duración de sólo dos años, cuestión que evidentemente fue incumplida, pues al pasar el tiempo este impuesto se volvió permanente, traicionando así la palabra de un gobierno para con sus ciudadanos. Con el tiempo se ha ido refinando, por ejemplo en 1980 el presidente José López Portillo abrogó la ley y presentó una nueva, esto con el fin de ampliar a diversos vehículos como helicópteros y motocicletas la cobertura del bendito impuesto. Pensando en todo esto me propuse platicar con algunas personas del tema, y éstas a su vez me dirigieron con otras más que posiblemente “podrían ayudarme”. Sin embargo ahí paró el carro pues ninguna de mis peticiones fue atendida, nadie se tomó la molestia de contestarme. El caso es que siguiendo la máxima de “no hay nada que perder y todo que ganar”, que me arranco y escribo la misteriosa_pero_no_por_mucho_tiempo (espero) misiva.

Si el sistema de recaudación de cualquier nación debe establecerse sobre la base de confianza entre gobierno y ciudadanos y la autoridad debe buscar más recursos a través de ampliar la base de contribuyentes y no aumentar el abanico de impuestos sobre la base que ya se encuentra cautiva, entonces la tenencia es precisamente lo que se llama un engendro fiscal. Cosa curiosa que ya varias generaciones la hayamos aguantado, siendo que hasta contradice abiertamente lo que dice la Carta Magna en su artículo 31 fracción IV: “(son obligaciones de los mexicanos) contribuir para los gastos públicos, así de la federación como del Distrito del Estado y municipio en que residan, de la manera proporcional y equitativa que dispongan las leyes”. El principio de proporcionalidad y equidad previsto en el artículo 31 fracción IV de nuestra Carta Magna se basa en la capacidad contributiva de los ciudadanos, la cual debe establecerse objetivamente por el nivel de riqueza de los contribuyentes, a través del patrimonio, ingresos, renta o ganancias. De esta manera, la tenencia es un impuesto que sólo “presume” el nivel de riqueza del contribuyente, condición que atenta contra la legalidad prevista en el ya citado artículo 31 fracción IV de nuestra Constitución. Es decir, la tenencia vehicular es un impuesto que llega a ser muy desproporcionado para el nivel de ingresos de quien lo paga. Y todos como si nada.

Estimados lectores, ¿Seremos capaces de unirnos para apoyar que este impuesto mal impuesto sea derogado? ¿Podremos demostrar un poco de madurez como para dar marcha atrás a una situación, insostenible por ilegal, aunque resulte que el agraviador es quien debe encargarse que las leyes se cumplan? Reconocemos todos con claridad que existen muchos problemas en nuestro país: inseguridad, un terrible desempleo, un sistema educativo pululante de mercenarios que se dicen maestros, niveles enormes de pobreza y hambre e ignorancia, y que todos estos problemas nacionales (y muchos más) requieren de dinero para ser atendidos como Dios manda. Pero también podemos observar que la solución fácil de establecer impuestos “aunque sean anticonstitucionales”, que es la solución que han escogido los gobiernos desde hace más de cuarenta años con la tenencia vehicular, nos hace más daño que beneficio al restarle fuerza al sector de la población que requiere del vehículo para transportarse y lograr un nivel de eficiencia que, con el tiempo, generará más riqueza sobre la cual, entonces sí, el gobierno podrá reclamar su parte. Y todos contentos.

Señor Presidente de México, Señores Diputados y Senadores, podemos empezar por algo simple y justo, necesario para recuperar la confianza los unos en los otros: a ese algo le puse un nombre y le llamo derogación de la tenencia. Dirán tan nobles señores que soy un soñador, y que esto nunca llegará a nada (¿ahora quién es el pesimista?) pues las prioridades del país son otras, pero estoy seguro que si nos unimos dejando colores e ideologías a un lado, a favor de algo en lo que millones de mexicanos estamos de acuerdo, entonces puede y debe lograrse. ¿Porqué no? ¿Quién lo va a impedir? Quienes saben de leyes nos ilustran con reflexiones como la que he expuesto hoy en “la de los jueves” lo equivocados que hemos estado todo este tiempo. Entonces se tiene todo el peso de la ley para hacer esto realidad. Quienes dicen representarnos en las cámaras tendrán que ponerse a trabajar porque no les queda de otra. Ya no nos chupemos el dedo y ya no nos tratarán como infantes. Además creo recordar que el Presidente Calderón lo esgrimió como una de sus ideas de campaña para ganar la presidencia.

Por ahí alguien dirá: “Bueno, pero si se deja de pagar tenencia, los Estados y el gobierno federal dejarían de percibir una cantidad importante de dinero”. Lógico, ¿no les digo que ya no nos chupemos el dedo? Claro, para esos pocos (supongo serán los que están agarrados fuertemente de la ubre) expongo una serie de sugerencias basadas en el sentido común (el menos común de los sentidos en algunas personas) para compensar “la perdida”: a) Una reforma fiscal integral, que facilite los engorrosos trámites para darse de alta y pagar impuestos. Que sea simple (inteligente) para meter al redil a todos aquellos que hasta el día de hoy sacan su buena lana y no le reportan absolutamente nada a “Lolita” (o “Dolores”, según sea el caso, ¿verdad padre Carlos?). b) Si no les gusta la primera, se podría poner en práctica la idea que mal supo vender el gobierno de Fox: que se grave más el consumo (estoy de acuerdo contigo Avelino, con esto hasta el ISR con el tiempo “kaput”… digo, la hipótesis ha sido planteada, habría que probarla y reprobarla si es necesario). c) Ya si ninguna de las dos los satisface, sugiero se haga un concurso organizado y regulado por gente ajena al gobierno, cuyo fin sea seleccionar a tres economistas por estado (que dominen la problemática local) y que se realice un foro a puertas cerradas (para evitar distracciones y apuradas conclusiones “políticas”) y que sus conclusiones sean traducidas del “sánscrito” al lenguaje común para que nosotros los ignorantes y los miembros del congreso las entiendan. Como ustedes lo saben, no soy economista pero tengo un poquito de sentido común (y buenos amigos economistas) y todo esto me suena a caso juzgado. Entonces les hago la pregunta: ¿Tenemos algo que perder?

Por último les narro un caso que se ha difundido bastante por internet: El Universal Online (01-marzo-2006) ¿Acaso una cadena de Internet que alienta a no pagar más la tenencia ha logrado su objetivo? ¿A caso un correo electrónico ha conseguido lo que no consiguen los partidos políticos o las iglesias? Ayline Aleph nos envía un correo en donde se relata el caso de Monserrat Morachis, de Metepec, Estado de México, que obtuvo un amparo de la justicia federal para no pagar el impuesto. "No me pareció justo que me cobraran ese impuesto. Ya había hecho muchos gastos para tener mi primer auto nuevo como para pagar más. Había escuchado que este impuesto era inconstitucional y que las personas podían ampararse, así que decidí intentarlo", refirió la vecina de Metepec. “El 17 de agosto del 2004, la justicia amparó a Morachis, por lo que le ordenaba a las autoridades correspondientes devolver el dinero que la joven había invertido en el pago de sus tenencias 2003 y 2004. El 8 de octubre, luego de que las autoridades estatales se inconformaron en vano, la Secretaría de Finanzas, Planeación y Administración estatal le regresó los 7 mil 874 pesos que había pagado de tenencia por los años anteriores”.

El impuesto, dice la información, es improcedente y afecta las garantías individuales señaladas en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y nada más por eso, insisto, nada más por eso el juez deberá otorgar el amparo correspondiente al individuo, no al vehículo. Con el amparo en mano puedes acudir a la oficina correspondiente y se te otorgará tu pago de la tenencia con importe cero. Obviamente existe un procedimiento a seguir. Consulten a su abogado y pónganlo en práctica. Si desean manden Mensaje a todos los Mexicanos.”

Jueves al fin. Habrá que ser medidos con el consumo de alcohol (cosa difícil ante las circunstancias… ¿cuáles? preguntaría algún despistado… las que sean, sería mi sincera respuesta…) pues el día de mañana partiré en un viaje especial por dos razones poderosas: la primera es porque un hermano con el que me estoy reencontrando cumple años, y lo acompañaré a un retiro espiritual (segunda razón) del cual espero salir bien librado, tomando en cuenta que no me gusta la sotana (salvo la de honrosas excepciones), las iglesias crujen cuando entro y el agua bendita me saca ampollas. Ya después les contaré cómo me fue. Además queda publicar la carta enviada al Diputado Garcia Reyes.

Que tengan ustedes buen día y mejores noches.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Armando crees que haya un "abogado" que se aviente el tiro de lo de las tenencias que lo haga a comision y se hace rico no crees?

Anónimo dijo...

En lugar de obligar la Tenencia deverian obligar el Seguro contra terceros...
nose a la mejor sale lo mismo
pero con un beneficio para los conductores , y no para solo dios sabe quien ...

saludos