la de los jueves 6 abril 2006

La sabiduría de nuestros ancianos aparte de ser edificante e ilustrativa, tiene su lado divertido. O acaso no recuerdan esas noches que sentados cerca de la abuela o el abuelo disfrutaban de aquellos relatos de otros tiempos, de lugares mágicos, de aventuras y peligros, de fantasmas y apariciones, de leyendas, de héroes.
Aun tengo el buen recuerdo de esas historias y aun disfruto al igual que de niño, cuando Zandalio o Espiridion me relatan sus vivencias frente a las cautivantes llamas del fuego de una chimenea o bien de una fogata. Fue en una cabaña en la sierra de Arteaga, mientras la lluvia besaba a su amada tierra, frente a una chimenea y disfrutando de un buen tinto; Zandalio me contó la siguiente historia.

Muchacho ya te habrás dado cuenta que amo el campo, que soy un eterno y empedernido enamorado de la naturaleza y de la magia que esta encierra; en ella siempre encontramos belleza, si no lo crees así solo basta con que observes una mariposa. Has visto las maravillosas pinturas que están plasmadas en sus alas, diseños únicos con una combinación de colores que te gritan que Dios existe y que la belleza que te rodea solo puede ser su regalo a nosotros, hombres y mujeres ciegos ante los pequeños grandes milagros.
Hace muchos años allá por los cuarentas vivía yo en la ciudad de México, he de haber tenido en aquel entonces unos 17 o 18 años, y cada fin de semana me escapaba para disfrutar del campo; un viernes en la tarde cargue mi mochila y tome un camión que me llevaría a las faldas del Popocatepetl, durante el trayecto iba metidísimo en una novela que hablaba de la antigua y extinta Tenochtitlan, una novela muy interesante que algún día te prestare. Bueno el caso es que llegue a la falda del volcán cuando el sol cedía el paso a su amada y lejana luna, la prudencia decía que debía dormir y subir a la cima de “Don Goyo” hasta la mañana siguiente, pero cuando tienes 18 años nunca escuchas esa vocecilla que te aconseja bien así que empecé a trepar el volcán iluminado por la hermosa luz de la luna.
El alba me sorprendió casi por llegar al nevado cráter tome asiento en una roca y me prepare a ver el milagroso espectáculo de un amanecer, quizás seria por el cansancio y la lectura practicada, o quizás solo fuera un sueño o el producto de mi imaginación; pero conforme el astro rey se alzaba en el cielo, de las sombras surgía imponente la antigua Tenochtitlan. El espejo del lago de la luna y su ciudad, parecían ser los mismos de 1519; podía ver la albarrada de Netzahualcoyotl, las calzadas al tepeyac, a chapultepec y tacuba, a ixtapalpa y xochimilco. Pero solo fueron unos minutos, pues cuando el astro rey lo ilumino todo, lo único que captaba mi vista era monte y el leve atisbo de un monstruo de concreto a lo lejos. Ahí me quede sentado tratando de escuchar el lejano eco del latido de una raza cuyo orgullo esta extinto.
A los 18 ante tales cosas agitas la cabeza un par de veces, te frotas los ojos y te recuerdas los “penitente”que eres; pero la visión nunca me abandono. Y cada vez que sueño con lo que me paso créeme que me dan ganas de llorar, me hubiera gustado haber tenido alas y volar sobre las aguas y la maravillosa ciudad edificada por nuestros antepasados. Me hubiera gustado escuchar el ruido del regateo y del trueque en los mercados, quizás solo me hubiera gustado sentir a mi raza fuerte, valiente, orgullosa.
Hoy que te cuento esto, me siento triste; pues todo aquello que una vez hizo grande a nuestro pueblo hoy solo se ha convertido en un recuerdo, somos un montón de ladinos siempre tratando de sacar el mejor partido sin importar a quien jodemos en la pasada. Somos “muy vivos” y todos los demás una bola de “pendientes”.

Tras escuchar el relato me quede en silencio observando las llamas, Zandalio hizo lo mismo que yo; Espiridion hacia buen rato que dormía. Tiene razón Zandalio practicamos la cultura del “vivo” desde los funcionarios públicos que siempre sacan provecho del nombramiento, pasando por el sacerdote que se “clavo” 70,000 dólares para los damnificados de villa de fuente y hasta el pececillo que cuando puede le saca ventaja al cardumen. Todos somos muy “vivos”.
Lo grave del asunto es que cuando alguien esta dispuesto a dar la cara, a hacer las cosas “derechas” y a exigir que se cumpla con algo, los demás siempre opinan “no se puede”, “va a estar difícil”, “te vas a meter en broncas”; tenemos un “valor cívico” que no nos cabe en el cuerpo, ¡Carajo!
¿Pero que haces miserable intento de escritor, a quien le interesa leer sobre orgullos y razas muertas? ¿Para que escribes sobre políticos rateros, si todos sabemos quienes son, pero nos importa un pito? ¿Para que te metes con la Iglesia?, solo te tacharemos de “hereje”, pues es bien sabido que los sacerdotes son incapaces de cometer actos como lo que tu has escrito.
Creo que tienen razón será mejor que me retire a dormir, quizás si tengo suerte soñare, soñare que pertenezco a un pueblo en cuyas venas corre la noble mezcla de sangre Azteca y Española, a un pueblo que conoce y se siente orgulloso de sus orígenes, a un pueblo que ejerce sus derecho y cumple con sus obligaciones; a un pueblo que jamás guarda silencio ante el abuso y la injusticia.
Después de todo es solo un sueño, ¿Qué no?

Que tengan ustedes buen día y mejores noches