jueves, abril 21, 2005

la de los jueves 21 abril 2005

Si bien es cierto que el alcohol embrutece y saca a flor de piel (en la mayoría de los casos), lo peor de cada ser humano, también es cierto que antes de saturarnos de este “veneno” nos ponemos muy a tono para pasar un rato agradable. El jueves pasado entre charla y charla, a la espera de mis “fieles” compinches de borrachera (que por cierto nunca llegaron) una pregunta asalto las tres neuronas sanas que aun me quedan.
Y es que en muchas de mis diarreas mentales (lo que amablemente leen cada jueves) eh utilizado la palabra “poder” sin realmente conocer el significado de la misma; como por ahí dicen mas vale tarde que nunca, al día siguiente después de reponerme de la resaca habitual y tras saludar al hombrecillo de la tambora, agarre el “tumba burros” de la Real Academia de la Lengua Española y encontré lo siguiente:

Poder.- Dominio, facultad y jurisdicción que uno tiene para mandar o ejecutar una cosa.

Ahora bien, con pleno conocimiento del significado de la palabreja no pude más que enojarme no solo conmigo mismo, sino también con la gran mayoría de los que nos decimos llamar “ciudadanos” Mexicanos. Y siento que la razón es muy clara, hemos sido nosotros los que desde hace muchas décadas otorgamos esta facultad a nuestros gobernantes. La molestia o enojo radica precisamente en ese hecho, pues en el único evento en que el cardumen popular se vuelve protagonista activo, es en las elecciones. Después de que esto ocurre nos aplastamos en nuestros cómodos traseros para convertirnos en meros y simples espectadores, culpando a “papá” gobierno de todas las tarugadas y desgracias que vivimos y soportamos.
Retomo un ejemplo muy choteado pero tan real como los chancros o las ampollas por exceso de ejercicio manual, y estoy hablando de la ley de impuesto sobre la tenencia o uso vehicular. Tras haber sido establecido en 1968, para financiar las olimpiadas, esta ley ha sufrido varias modificaciones, pero hasta la fecha no se ah derogado; ¿la razón? Creo esta muy clara “chivo que no llora, no mama” y así como hasta la fecha esta ley sigue vigente, así seguimos todos repelando, maldiciendo, alzando nuestra voz en bares y cafés; pero sin tomar medidas ni hacer nada real para exigir a nuestros “representantes” (¡facultados por nosotros!) que este absurdo impuesto desaparezca.
Malpensado, intrigoso y bizarro como solo yo puedo ser; lo primero que se me ocurre es que este maldito impuesto solo sirve para pagar los “modestos” salarios de jueces, legisladores y burócratas (clase social que se reproduce con el compadrazgo y en algunos casos con el alcohol). La gente normal (como ustedes mis amigos) dirán “ya tienes dientes, tonto”, el impuesto sirve para la creación y reparación de vías de comunicación y otras tantas cosas para hacer que nuestro país progrese; será por eso que la mayoría de nosotros en lugar de transitar por las carreteras libres, optamos por usar la autopistas que por cierto no son muy baratas que digamos. Definitivamente el impuesto trabaja, ¿Qué no?
El caso es que seguimos haciendo lo mismo que hicieron nuestros antepasados indígenas después de haber sido conquistados, humillados y sometidos; solo nos limitamos a agachar la cabeza sin decir ni “pio” aunque por dentro nos este cargando la “chifosca” y que mas tarde alguien mas jodido que nosotros (o mas tarugo), pague nuestra frustración.
En lugar de ser parte activa (en lo mucho o poco que podamos) para educar a los que por necesidad tienen que sacar “pa’l chivo” de la manera que sea, privándose de la magia y los mundos que guardan los libros; preferimos seguir viviendo en un país de “vivos”, donde el que se “apelleja” pierde y mas pa’mi.
Hasta cuando entenderemos que si somos nosotros los que facultamos a la “clase gobernante”, somos también nosotros los que tenemos el derecho de retirar esta facultad si estos empleados públicos no cumplen de manera correcta, transparente y honrada las labores de su puesto.
Somos nosotros, los mismos que pagamos sus sueldos, los que tenemos que recordarles que solo son empleados a nuestro servicio; ¿o que? ¿Cuando pagas por un servicio y este es deficiente, te quedas callado? Claro que no, por lo regular hacemos hincapié en nuestra inconformidad y negociamos, que este se haga de la manera en que nos fue prometido y en los tiempos acordados; y si ya de plano no se cumplen los términos, simple y sencillamente buscamos a otra persona que lo haga.
No tenemos ni debemos esperar a que un congreso, ya sea local, estatal o federal; analice la situación sobre un funcionario público y finalmente lo remueva de su cargo. Somos nosotros los que tenemos que empezar a tomar la iniciativa y expresar nuestra inconformidad. Y hay que expresarla sin mitotes, sin marchas estupidas, sin plantones, sin los ridículos desplantes de los maestritos (a que buenos son en este gremio pa’l desmadre); la forma de expresarla de manera contundente, es apegándonos a los reglamentos municipales, constitución estatal y federal; dar la cara y decir solamente NO ESTAMOS DE ACUERDO.
Pero que estoy diciendo, quizá solo es una imagen onírica (no sean brutos, no tiene nada que ver con orines) en los sueños de este triste y frustrado borrachín. Pero aun así ya va siendo hora de que dejemos este cómodo letargo y empecemos a mover el “cool-o”.
Es jueves y la rutina se impone, hoy dejare las márgenes de Estigia por unas cuantas horas y siguiendo las enseñanzas de Baco, beberé del ancestral invento egipcio que calma la sed en compañía de sátiros y centauros; desgraciadamente no hay ninfas ni hadas por que al bosque que voy no las dejan entrar. Ahí nos vemos.
Que tengan ustedes buen día y mejores noches.

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