la de los jueves 28 junio 2012

Tiempos violentos viviendo estamos, diría un personaje petiso y orejón (no, no es un Moreira) de la mítica novela “La Guerra de las Galaxias”. Misma violencia que predije alguna vez. Se diría que llegó a oídos sordos, a ojos ciegos. Da igual, ya esta aquí. Y lo peor es que, a pesar de que se termine con los supuestos capo di tutti capi (en “tenochca”: los supuestos meros jefes), la violencia contra la población civil no va a disminuir. Al contrario, por desgracia, se va a incrementar.

No, no me fumé nada extraño, ni tampoco estoy “tapado” de alcohol (aunque ya me aventé unos cuantos tintos de regalo). Es sólo cuestión de leer y conocer un poquito de historia y de la naturaleza humana. Pregunto: ¿Qué pasó con aquellos soldados después de la Primera Guerra Mundial? ¿Qué pasó con los de la Segunda Guerra Mundial? ¿Qué es lo que pasa con las personas que ejecutan una guerra cuando ésta termina?

Mis queridos lectores, lo que pasó, pasa actualmente en países como Afganistán o Irak, y seguirá pasando en toda guerra, y nuestra “guerra contra el narcotráfico” no será la excepción, es que los que ejecutaban la guerra se vuelven mercenarios en su mayoría, “delincuentes comunes” en nuestra jerga. Son muy pocos los que pueden volver a retomar su antigua vida. He aquí otro gran problema de todo este relajo.
Y si a esto le sumamos un país políticamente mandado al “queso” (por los vicios que todos conocemos y callamos), una policía ineficiente y probadamente corrupta, el miedo de una ciudadanía que no denuncia so pena de aparecer un día como pisapapeles de un florido narcomensaje.... Ahora sí, como dijo Javier Aguirre alguna vez: México esta jodido.

Todos los candidatos prometen que lucharán contra el crimen organizado (que hasta hoy, hoy, hoy… ha demostrado estar más organizado que el mismo gobierno). Pero ninguno de los políticos que hoy nos llenan el buche con palabras huecas ha dicho cómo. Parecieran esperar a que se partan la madre entre ellos y así se debiliten. Qué odiosa comparación, pero el crimen organizado es un “cáncer” de la sociedad, que inevitable y subrepticiamente va matando a sus vecinos, hasta acabar con el cuerpo donde habitan, cavando así su propia tumba sin saberlo. Células diminutas y descerebradas, difícilmente detectables y reconocibles, y por lo tanto muy difíciles de atacar. ¿Así, o más violenta la cosa?

Habrá que esperar lo que nos arroje la jornada electoral (que no será electorera, como muchas veces he escrito). Habrá que esperar para ver cuál será la táctica a seguir del “nuevo” gobierno para terminar la violencia que hoy azota al país. Ya son muchos los muertos, ya somos muchos los desplazados, que es uno de los muchos daños colaterales de la guerra interna mexicana, y no es como algunos llegan a creer, que vivimos igual o mejor que en nuestro México (lindo y querido…..si muero lejos de ti…. la la la la). No. No vivimos como alguna vez lo hicimos en México. Pero ese tema lo agotaré a conciencia en próximos capítulos de esta interminable tragedia que vivo como persona, como jefe de familia, como miembro de una comunidad del norte de Coahuila, como mexicano, y finalmente, como parte de esta especie que domina al planeta con las patas, llamada seres humanos.

Por lo pronto, hoy es jueves. Ya no estoy, ni estaré pronto, en el “Casino Nacional” (la casa de la sociedad). Y no lo digo como una queja sino como un sentimiento premonitorio, porque hoy, con poco menos que nada, me toca joderme lejos para poder comer. Pero tengo la visión de que un día pisaré esta tierra nuevamente, cuando haya pasado el tiempo del odio y la confusión, cuando las cosas tomen su sitio, y el maleante haya sido sojuzgado, y al buen vecino se le reconozca simplemente con verlo, como me verán. Todos saben que soy amante del amor etílico, por eso no podré esperar mi regreso al “Casi-no Nacional” para refrescar mi garganta como es debido y costumbre, así que pediré un préstamo para al menos comprar un “six” de “lone star” (porque quien sabe, sabe, y quien no, pos’no).

Que tengan ustedes buen día, y mejores noches (libres de matracas y fuegos artificiales).

PD: Diana, amiga, te dije que iba a escribir sobre los peligros que vive la religión católica, pero me gano la “emoción”.